CERRO BAÚL

lunes, 11 de julio de 2011

BITÁCORA 10

Después del intento fallido de navegar el Mamoré llegamos a Rurrenabaque, otro pueblo a las puertas de la selva, lugar rodeado de vegetación increible, a los pies del río Beni, otro de estos ríos inmensos afluente del amazonas. Contactamos con Leo, nativo de la étnia Leko que tiene muy claro cúal es el camino a seguir para conservar la selva y sus habitantes; nos engancha su charla, habla con pasión de lo suyo, de sus ancestros, de su infancia, de su gente, de salvaguardar el paraiso, por supuesto primero fueron los colonizadores explotadores de caucho, buscadores de oro, después las madereras y petroleras, a las deforestadoras las consiguieron botar, las matanzas de animales por sus pieles y ahora pretenden hacer una represa para poner una hidroeléctrica, las comunidades de Moxeten-Chimanes están en contra y están organizadas para parar el proyecto, están en pié para defender lo suyo. El lugar desde 1977 está catalogado como Reserva de la Biosfera (incluido el Parque Nacional Madidi) y en 1997 se reconoció además  como Tierra Comunitaria de Origen Indígena, por lo que únicamente la pueden habitar y aprovechar sus recursos las comunidades Moxeten-Chiman. En teoría nadie puede entrar a la reserva y pescar, cazar, extraer oro, madera u otras cosas. Leo nos quiere contactar con un amigo suyo de la infancia que vive adentro con su familia, así que quedamos para ir, provisiones y lo necesario, bote y a navegar por el Beni para encontrarnos con ellos.

La experiencia de vivir un poquito de la Utopía, la idea compartida aquellos dias con la familia Moxeten-Chiman que conocimos ha sido única, la conciencia de la universalidad del ser, la certidumbre y la conciencia de "lo verdadero", la de trascender y subordinar las necesidades egoistas a los principios (verdades para tod@s) y el abandono real del apego a uno mismo, al hecho identitario como forma exclusiva de existir, para formar parte por unos dias de aquello tan alejado de nuestra forma de vida, auténtica simbiosis y armonía con lo que te rodea, junto a ellos, una familia con la que COMPARTIMOS, el darnos cuenta que somos exactamente iguales, que necesitamos lo mismo, conectar con lo que de auténtico queda en el ser humano, en nosotros, que nos hace iguales a tod@s.
Levantarse, desearse un buén día, comenzar con la salida del sol hasta la noche, ir por el agua y el pescado al río, por las hojas del arbol para cocinarlo, avivar el fuego de ayer con el que cocinaremos hoy, tras comer, reir y compartir, lavarse y lavar en el río, juntos, abuela, adultos, niñ@s, tod@s, en una actividad compartida, casi ritual y espiritual. Vivir el día con el único fin de vivirlo, esperar que mañana haya otro, recoger los frutos, de lo sembrado y lo que da la selva, únicamente lo necesario. Los roles están definidos, por género, las mujeres íbamos a pescar pero no íbamos a cazar, quedábamos cocinando y cuidando a los niñ@s, también cultivando, actividad compartida con los hombres, tejiendo esteras (ya que la última indundación se lo había llevado casi todo). Javi aprendió con ellos a hacer arcos y flechas, ellos pescan con ellas cuando el río está claro en la época de seca; yo aprendo a tejer con palmera, cestos, esteras y adornos.
Sentirse parte de la natura, no dueña de ella, como nuestro hábitat la selva casi se adueña de nosotr@s, por lo dificultoso de sobrevivir en ella, gracias a nuestra familia adoptiva lo hicimos. Ellos respetan la selva, una querencia, una veneración, no dan un machetazo de más, la conocen, toman de ella lo que necesitan, conscientes de que no pueden burlarse de ella, de los animales que la habitan, hacen sus ofrendas para estar a bién con ella, bolean coca para andar por ella (para mantenerse con energía y en alerta para ver los animales y cazar...) entierran y ofrecen unas hojas de coca para tener suerte en ello, para buscar su protección y conseguir el alimento. Es dificil expresar en palabras lo mágico de todo aquello, a la vez tan terrenal, lo que vimos y vivimos en aquellos dias con ell@s, fué muy hermoso.

LLegamos en bote, otros cuantos continuaban por el río a otras comunidades, desembarcamos los tres en una playa, no había nadie pero se intuía que estaba habitada, un pequeño sendero, algún platanero, ropa secándose al sol en pequeñas estructuras hechas de madera para ello, iniciamos con la carga (provisiones, combustible...) el camino por el sendero, la vegetación se hacía más densa y al borde del camino un bote de madera, medio tronco de un árbol vaciado, encontramos la primera casa, semiderruida, de tablones de madera dispuestos en vertical y techo de jatata (trenzado de una de las muchas palmeras que hay en la selva), ésta fué la escuela, como después nos dijo la familia, Leo comentó que todo estaba muy cambiado desde la última vez que vino y es que ya nos anticipó que las inundaciones de este año se llevaron las casas y la comunidad ha retrocedido tierra adentro. Tras recorrer un trecho encontramos otras casas donde antes de las indundaciones vivian varias familias que por lo visto según nos contaron después decidieron irse selva adentro. Por fín llegamos al poblado, hay dos casas habitadas, una cocina-horno destruido por las lluvias, un gallinero y un pequeño resguardo donde hay una placa solar. Las casas están construidas con tablones en vertical y tejado de Jatata, una de ellas, la que corresponde a nuestra familia de adopción, elevada un metro sobre el nivel del suelo, tiene una única estancia que sirve de dormitorio, a veces en un altillo o en otro lugar se dispone la despensa donde guardan maiz, arroz y a veces carne seca, también salan la carne que cazan para conservarla. Cuando hay consumen verdura o fruta fresca, el pescado lo comen al día, hasta que lo terminan. Por supuesto unguentos y remedios, aceites de plantas y semillas. Ahora están con lo básico pues el agua arrasó las cosechas y recién han vuelto a sembrar, cuando nos lo cuentan nos damos cuenta de lo terrible de la situación. Así que después entenderemos la idiosincrasia de estos pueblos, seminómadas, se mueven en la selva atesorando conocimiento, para ell@s es parte de su identidad y obteniendo lo que necesitan para después dejar descansar allí donde estuvieron y moviendose a otro lugar, son cazadores-pescadores-recolectores, sus abuelos apenas sembraban, ellos ahora sí. También se trasladan por otros motivos como la muerte de un ser querido o por las crecidas de los ríos, o por el casamiento con personas de otra comunidad. Apenas tienen apego a las cosas, nos referimos al concepto de propiedad privada, construyen la casa y después queda allí para trasladarse a otro lugar, digo apenas porque como nos cuentan después con tristeza en la última inundación perdieron fotos, el libro del estudio de un antropólogo italiano sobre la historia de los pueblos del Río Quiquibey donde aparece la familia, también perdieron utensilios de cocina, el horno-cocina, las esteras para dormir y otras cosas necesarias que hay que volver a elaborar. Casi todo lo hacen ellos, excepto lo de metal que lo compran con plata, y ahora también la ropa, antes se la hacían con el tronco de un arbol. Cuencos de madera para lavar oro, como recipientes de cocina para adventar el trigo, también descascarillan el trigo en un utensilio de madera llamado Tacú. Siembran maiz, arroz, maní, plátano, yuca, tomate, hortalizas y verduras. Complementan su economía con la extracción de oro del río, sacan pocas chispitas que venden en el pueblo, es una actividad que mantienen desde tiempos y la realizan desde jovencitos.

Los Moxeten-Chimanes son dos étnias que desde las misiones jesuitas se mezclaron para convertirse en una única étnia con una convenida lengua única. Además en esta zona de selva existieron los Esse-ejas, Tacanas y los Lekos. Existen varias lenguas, la familia con la que estamos hablan bién el castellano, no así otras familias con las que estuvimos en el pueblo y la comunicación se nos hacía más complicada. Viven en pequeñas comunidades o por núcleos familiares de la familia extensa.
Nada más llegar conocimos a Sara a la que no le gusta mucho hablar, nos recibe muy generosa en la casa que comparte con su suegra y cuñado, tiene tres compartimentos, una es despensa, otra lugar de descanso y la tercera la cocina, el piso es de tierra y en el suelo arde la lumbre donde se cocina, allí Sara al poco de llegar nos prepara la comida, el wawa anda por el suelo, descalzo y ella también, al principio es bastante sorprendente pero nos hacemos a ello rápido y después todas estas costumbres seran muy familiares. Carlos está de caza y llega entonces, descalzo con la escopeta al hombro y sin captura alguna, hoy no ha habido suerte;  Leo le pregunta por Genaro, ya que es él y su familia con los que nos vamos a quedar, Genaro está en el pueblo, en Rurrenabaque, hemos debido cruzarnos en el río, por fín Leo nos deja y allí esperaremos a que regresen Genaro y familia, Leo se va a la playa  en espera de un bote para regresar.
Allí quedamos con Carlos, Sara y la wawa, comemos en aquella cocina muy rústica, charlamos y después descansamos un poco, en esteras en el suelo al cobijo de la que será nuestra casa, la de Genaro y Lidia, quedamos para después ir a pescar, ya que hoy no hubo caza. No podemos descansar e inspeccionamos los alrededores. Cuando vamos al río aparece Jorge, el hermano de Sara, y todos vamos a pescar, llevamos varios usos de madera con pita, nos hacemos con carnaza por el camino, unos gusanos gordísimos que viven a los pies de los platanos. Javi y yo estamos a punto de pescar algo pero siempre se nos escapa en el último momento, por supuesto ellos agarran varios peces pequeños y uno enorme de 6 a 7 kilos, con bigotes, muy amazónico él. Todos lo celebramos y Carlos en un pis pas, lo limpia en la playa, entierra cabeza y vísceras para no contaminar el agua, le hace una raja a un lado y a modo de asa lo lleva y nos vamos hacia la casa. Mientras se prepara el chicharrón de pez escuchamos el peque-peque (pequeña embarcación a motorcito) y gritos que provienen de la playa, ya llega la familia. Con una sonrisa nos reciben y eso que no están avisados de que estamos allí y de que pretendemos quedarnos, si quieren, unos dias con ellos. Genaro, pequeño, vivaracho, cuerpo atlético, nativo amazónico, nos recibe cariñoso y nos presenta a su familia, acá el lider es él. Toda la familia vive en dos casas contiguas, en una de las vivendas la Madre, abuela Vicenta de 45 años con dos hijos, Carlos de 26 años con su esposa Sara embarazada del segundo hijo y la Wawa de dos añitos, también vive Eduardo de 24 años sin pareja. Vicenta tiene otro hijo, mayor que los anteriores que vive en otro lugar. En la otra casa viven Genaro y Lidia, de 30 años hija mayor de Vicenta, Genaro tiene 40 y es amigo de Leo y se criaron juntos. Ellos son nuestra familia de acogida. Genaro y Lidia tienen cinco hijos, la mayor es Miriam de 16 años, Lidia la tuvo muy joven, trabaja en las tareas siempre junto a  las mujeres, los dos hijos que le siguen no los conocimos y es que estaban río arriba en otra comunidad con su tío, buscando oro, los pequeños de 4 y 2 años son el chango Jhony y la wawa Rocío, la alegría de la selva. La familia se había trasladado porque había muerto poco antes Nicolas, el abuelo joven todavía, para dejar la pena atrás lo enterraron y vinieron desde otro lugar acá, así tienen costumbre. Lidia, Miriam y la abuela se muestran al principio calladas, nos sonríen, los pequeños algo sorprendidos, también Eduardo nos mira con curiosidad.
Nosotros estabamos gustosos de conocerles y curiosos, enseguida entablamos con Genaro que le encanta conversar. Cenamos, unos y otros van de una casa a otra y los niños también van y vienen por allí, se va haciendo de noche y charlamos muy agusto todos sentados en esteras en el suelo. En los alrededores de la casa crecen algunos arbolitos y frutales pero básicamente está despejado, el resto ya es selva. No hay agua corriente ni luz eléctrica, tienen un trasformador que funciona con gasolina que traen del pueblo, el bote también tiene motor a gasolina, la placa solar es para la comunicación por radio entre las comunidades que viven dispersas por la Reserva.

Al principio fué más díficil el contacto con las mujeres de la familia, Miriam nos observaba mucho pero apenas entablaba conversación, Genaro hecho a relacionarse con gente del exterior hablábamos de casi cualquier tema abiertamente, pero eso sí cuando Genaro hablaba el resto de la familia escuchaba. Eduardo era tímido, un solete y disfrutábamos juntos por la selva, las distancias y diferencias entre roles era evidente. Finalmente con Lidia y entre mujeres contactamos y hablábamos agusto, ella siempre pendiente de que nadie más le oyera, sobre hijos, sobre el control de natalidad o sobre las relaciones con los hombres. Ahí comprendí que a las mujeres nativas las casan y muchas veces muy jóvenes, los hombres las piden a sus padres, y antes más las secuestraban si no accedían, además Lidia me contaba historias de violencia contra las mujeres, su hermano por ejemplo pegaba a sus mujeres y también relataba muchos problemas de alcohol entre los hombres, su hermano, el hermano de Genaro y el mismo Genaro nos confesó su problema con el alcohol en el pasado. La plata casi siempre la manejan los hombres y son los que normalmente salen al pueblo y hacen vida con la gente del exterior, las mujeres se comportan calladamente y cuando todos juntos fuimos al pueblo mujeres y hombres se mueven en distintos círculos, nosotr@s acompañamos a Lidia y las niñas al médico y Genaro quedó haciendo recados y tomándo con otros hombres. De hecho Lidia comentaba que no quería para su hija lo que ella vivió, casarse tan joven y ser madre tan pronto, quiere que ella pueda elegir, con quíen y cuándo.
Los dias siguientes los pasamos andando por la selva, pescando, y haciendo las actividades necesarias, ir por agua, pescar, cocinar, preparar la tierra para las siembras, bañarse en el río, esta es una actividad cotidiana, y la pasamos contándonos una y mil cosas de nuestras costumbres, leyendas, la última inundación y viviendo el día a día, también reimos mucho. Todo muy intenso. Al anochecer preparamos nuestra cama, esteras en el suelo y mosquitera, aún así los bichos nos comen, son incontables las marcas en nuestros cuerpos.

También vimos otros bichos que nos gustaban más, peces enormes (nunca comimos pescado tan fresco), pájaros de increibles colores, loros, parábas, pájaros carpinteros, mariposas, chanchos o cerdos salvajes, monos, caimanes, tortugas, árboles y plantas impresionantes, casi todo sirve para algo, la selva es una despensa y farmacia increible. Con las semillas del "x", (no queremos dar el nombre, ellos nos cuentan que no quieren desvelar los secretos del bosque, siempre hay quien quiere explotar o hacer mal uso de ellos), quemadas en el fuego y elaboradas de distintas maneras hacen preparados para darse en el pelo, para hacerlo crecer y darle brillo, para hacerlo desaparecer de sus cuerpos, otros preparados de otras plantas sirven para cuidarse de tener hijos, otros para tenerlos, multitud de remedios conocen; preventivos, curativos, estéticos... Muchos biólogos y antropólogos se acercan para estudiar botánica y demás pero hay cierto recelo, tienen que cuidarse de quíen llega y para qué.
Cada día nos sorprendemos con lo que nos cuentan y con lo que vivimos cada día allí. Cuando entramos en la selva comprobamos que se mueven en ella con un sigilo increible, ágiles, siempre descalzos, tienen los pies que parecen zapatos, sabios parecen conocer como disponer la pisada en todo momento, no es fácil seguirlos, no se les nota ni se les oye al caminar y perciben todos los sonidos, conocen cada animal que anda por allí, sus huellas, sus costumbres (vimos huellas de tapires, chanchos y de jaguar, emocionante), imitan sus sonidos incluso para atraerlos, pescan con una facilidad increible y se autoabastecen de casi todo, excepto del combustible, sus manos son habilidosas, preparan arcos y flechas para pescar, esteras, todo lo fabrican con los recursos de la selva, son fuertes y ágiles y saben andar por la selva como nos decían "a rumbo", guiándose por la posición del sol, conocen las estrellas y las corrientes del río a la perfección. Aquellos dias nos adentrábamos con ellos por la selva, era emocionante y sorprendente, también navegamos por el Beni, el panorama era hermosísimo y los atardeceres increibles, a la noche todas las estrellas sobre nuestras cabezas y los sonidos de la selva, nos preguntaban si teníamos miedo pero siempre nos sentíamos seguros junto a ellos allí. Las noches eran momentos de contar historias, sobre la infancia, las costumbres, los antepasados, las leyendas del jaguar, sobre los "no contactados" (nativos que no tienen relación con el exterior), bajo las estrellas y reunidos disfrutábamos conversando, matando mosquitos, sobretodo Vicenta que tenía una habilidad increible y jugando con los niños. Con el tiempo el chango Jhony y la wawa Rocío se engancharon con nosotros, nos achuchábamos, corríamos, jugábamos, (con la honda, el machete, Jhony siempre queriendo matar bichos... hay que verlos descalzos y ágiles como tigrillos), Jhony tenía una gracia especial y tiraba a honda y arco con una precisión sorprendente, estaba enamorao de Javi.
Aquellas noches eran una gozada bajo las estrellas, a los hombres les gusta contar historias de caza, queriendo demostrar así su coraje, Genaro nos contaba historias sobre el Jaguar, animal mítico en la selva; sus antepasados le decían que si dominaba el miedo y se enfrentaba al "Tigre" venciéndole ya no tendría miedo nunca más y el espíritu del Tigre lo respetaría para siempre. Así que Genaro nos contó que se encontró con él en varias ocasiones, una de las veces en la playa decidió corretearlo para ganarle el coraje, así corrieron ambos, el Tigre por la zona de arena seca con dificultad porque sus garras se hundían y Genaro por la zona firme, así corrieron hasta que el felino desistió. Genaro afirma que no conviene burlarse de los animales porque su espíritu se puede vengar y apunto estuvo de hacerlo cuando volviendo de noche de pescar en una laguna en el interior de la selva se cruzó con un Tigre que le quedó mirando fijamente, su padre le había dicho que en estas ocasiones no debía mostrarle el miedo y retándole con la mirada comprobar así si el animal se pone bravo enseñando los dientes y moviendo la cola, así que empleó una táctica que escuchó a sus viejos, la de gritar a un supuesto compañero inexistente que debe estar a algún lado del animal, para que este comprenda que si ataca a uno el otro lo mata, así lo hizo Genaro para después correr con todas sus fuerzas y lanzarse a la laguna donde el animal o no se sumerge o va a nadar torpemente; el tigre después del primer engaño lo siguió hasta la laguna y empezó a nadar, Genaro ya desde la otra orilla empezó a lanzarle piedras de tal manera que el animal retrocedió.
Genaro también contaba de su infancia, como desde que tenía 12 años trabajaba buscando oro, sumergido en el río durante horas, con un tubo para respirar. Hablan con respeto de sus viejos, de los que aprenden, así nos contaban.
Estas y muchas otras historias se recogieron en el libro "Palabras Antiguas y Nuevas del Río Quiquibey en la Amazonia Boliviana", escrito por el antropólogo Giuseppe Lamele tras pasar algún tiempo en este lugar de los Moxeten-Chimanes. Nuestra familia sale retratada en textos e imágenes en este libro que leimos en aquellos ratos y que por más que lo buscamos en librerías de La Paz no pudimos encontrar, estaba agotado.

Tuvimos la gran suerte de contactar con esta familia Moxeten-Chimane que mantenía esta forma de vida y la mayoría de las costumbres de su pueblo a pesar de lo que puede estar implicando el turismo para algunas otras comunidades; de hecho hablamos al respecto con ellos, teníamos nuestras dudas de que nuestra llegada, el contacto fuese negativo para ellos, claro que no para nosotr@s, pero decidimos que era muy interesante compartir su forma de vida, sus creencias y las nuestras en aquel su entorno, ellos estaban por conservar sus tradiciones con el conocimiento de otras realidades. Hay que decir que algunas de sus costumbres y formas de relación entregéneros no las compartíamos, así que tal vez nosotr@s no pudieramos asumirlas, pero ell@s con respeto también aceptaron nuestras formas así que convivimos con unas y otras. Es aquí donde se plantea la controversia, que también ocurre en nuestro pueblo, de si es posible la conservación de lo propio teniendo una actitud inclusiva de otras realidades, lenguas, formas de organización social, modos relacionales, roles, modelos económicos y de relación con el medio. Nos gustaría opiniones en torno a esto en el blog, animaros.

Lo más parecido a la soñada utopía, a la sociedad anarquista, en común-unión, convivimos en apoyo mutuo, se mostraron generosamente y también nosotr@s, fué dificil despedirse, pensar que mañana ya no seríamos la misma familia, pensamos, ¿qué haremos sin ell@s?, ¿qué estarán haciendo sin nosotros?. Aquel nuevo primer día les echamos mucho de menos y también aquella belleza de la selva. Nunca lo vamos a olvidar, siempre estarán en nuestro corazón.