CERRO BAÚL

sábado, 9 de abril de 2011

BITACORA 4

La incursión a la selva por el Parque Nacional Santuario de Megantoni nos llena de ilusión, la vegetación se va haciendo densa y de ese verde brillante que no se parece a ningún otro verde; la trocha (pista) es bastante intransitable, llegamos a un pueblo fantasmal, Kiteni, está en construcción, y es que lo mismo ves pobreza extrema que edificios modernos con mucho hormigón, muy selvático; acá ha llegado la multinacional encargada de construir el gaseoducto y la extracción del gas de Camisea; situado río Urubamba abajo hacia la selva en un lugar al que sólo se puede llegar en bote; claro ellos están acá instalados con sus helicópteros, y nuevos grandes toyotas, casi los únicos carros del lugar. Vamos adentrándonos río abajo y llegamos al último poblado con trocha, de acá para abajo sólo está la opción del bote, el río acá ya es enorme y baja violento y negro por la época de lluvias, dos horas más abajo está el gran paso del Pongo de Mainique, es todo un mito, no sólo para los Machigengas (comunidad nativa de la selva, que hablan la lengua del mismo nombre. En todo el amazonas hay unos 10.000 censados y en esta zona donde nos encontramos, Echarate hay 30 comunidades), para ellos el Pongo es un lugar sagrado y ancestral que representa un alto valor religioso. El mito, la leyenda y la historia se unen para formar el centro espiritual del mundo Machiguenga que es el origen de su existencia y el puente que traslada sus almas de la tierra o mundo de los vivos (Kipatsi), al cielo (Inkiti) o al infierno (Gamaironi). Para los habitantes de la comunidad de Ivochote y para cualquier visitante que caemos por allí (nosotros los únicos gringos), el Pongo de Mainique es un lugar peligroso, que en época de lluvias se vuelve muy riesgoso. Antes de llegar a Ivochote, tanto los habitantes del lugar como los Dominicos misioneros que han pasado años por los adentros de la jungla nos cuentan que el río se traga a la gente, hay bastantes naufragios, y es que el Pongo sólo lo pasan los que tienen que hacerlo, como alguien nos dijo: nadie se mete en un tsunami para ver cómo es... Es un paso mágico y de dificil acceso para entrar en la selva, lo que alimenta el mito de la jungla y de los que adentro la habitan. En Ivochote, comunidad peculiar, se establece la línea divisoria entre la jungla y la "civilización-el progreso". Acá más que en ningún otro lugar se respira extrañeza, los habitantes que parecen descendientes colonos de gentes que vinieron a explotar el caucho en otros tiempos, que también trajo muerte y exclavitud, ahora cultivan sus chacras y viven en ellas; otros tienen la chacra como negocio y viven en la ciudad de Cusco y, tienen gente que se las lleva, a precio de vivir en ella no más; otros son Machiguengas, algunos poquitos que han salido de la selva hacia fuera, de hecho una de las riberas del río es territorio Machiguenga, sólo ellos pueden tener chacra (tierra) en ella, viven unos 600 Machiguengas; el resto de gente son los trabajadores de la "empresa" como la llaman los del pueblo, la multinacional que explota Camisea. Los trabajadores vienen por ordas, trabajan hasta las cuatro de la tarde y aparecen con sus uniformes naranjas, no se sabe muy bién de dónde, todo el espacio está controlado por los helicópteros pero no hay policia, comen y duermen en los hoteles del pueblo que van proliferando casi en exclusividad para la "empresa", que es Dios. No se mezclan con nadie. Después llegará otra tanda de trabajadores ya que no parece que puedan aguantar acá mucho tiempo, les pagarán bién, también proliferan los lugares para tomar, porque el alcohol es muy importante en estos asuntos. No hace tanto se ha desmantelado en la zona norte amazónica burdeles de menores llevadas allá para los trabajadores de las minas; ésto que me recuerda al libro de Galeano "Las venas abiertas de américa latina" y otros relatos de realismo mágico de Reverte, o de Vargas Llosa (recomendada lectura de la casa verde, pantaleón y las visitadoras), o de García Márquez, esto que contamos parece de otro siglo pero no. Latinoamérica la eterna saqueada, la eterna humillada. Uno de estos dias en Ivochote nos entra a saludar  Simeón, un Machiguenga deseoso de conversación con gentes de otro lugar, así nos lo dice y tras un buén rato de conversación aparece su hijo y su compañero de trabajo, los tres trabajan la madera, y un gran orgullo corre por sus venas abiertas, dice no venderse a la "empresa", dice estar orgulloso de ser Machiguenga, de hablar Machiguenga, de que su abuelo le contara historias que ahora cuenta a su hijo, de tener una cultura propia y mucha sabiduría que le gustaría transmitir, no sabe a quíen, no sabe dónde, pero sabe que tiene un tesoro y lo quiere dar a conocer al mundo, ya algunos antropólogos han pasado por su casa y las casas de otros, y después de contarles les ofrecía un rompetripas (Masato, fermentado de yuca), reímos, y es que Simeon y nosotros sabemos que no somos iguales, o sí, y todos nos reconocemos en los nuestros, en nuestra tierra, en nuestra lengua, pero cada uno compartimos nuestros mitos con los nuestros. La conversación y la noche con estos tres amigos fué estupenda, mientras tomábamos. En Ivochote y selva abajo lo que más se transporta es cerveza, curioso, en un lugar donde sólo llega lo básico del exterior, y parece el fín del mundo. Por lo que hemos podido entender, la gente se debate, y es que ven la plata pasar y salir de sus tierras, los Machiguengas no quieren entrar al juego de la empresa,  pero algunos dicen querer educación, salud, trabajos cualificados, gestión de sus recursos naturales... así hablaba Simeón, el lugar donde viven es precioso y algunos quieren que llegue el turismo, que en otros tiempos empezó a llegar pero ahora con el tema de Camisea parece que todo se ha cortado, no se sabe desde dónde, otros  no quieren ningún contacto exterior, de hecho no lo tienen y viven dentro sin contacto. En las comunidades que han sufrido contacto, el exterior está llegando cada vez más a sus chacras, de momento el Pongo les aisla pero ya han proyectado una carretera para no tener que entrar a la selva por el río. Estas comunidades que viven dentro y que ya tienen contacto con el gringo, con los misioneros por ejemplo o con otros peruanos que han llegado comprando chacra dentro de la selva, las enfermedades de fuera también les llegan, todo es muy complejo, algunos quieren sacar partido a la selva desde el punto de vista turístico, así lo están ya haciendo en el Parque Manu (zona Machiguenga también), excepto en la zona intangible reservada para nativos y científicos, se sospecha que las multinacionales farmaceúticas y de gas están entrando también. En las zonas consideradas de acceso cultural y turístico sólo se entra con ciertas empresas turísticas, visitamos algunas para informarnos, una de las que hemos visitado es de gente nacida en la selva, otra pertenece a una ONG, parece ser que algunas ONGs han comprado zonas de amazonas para salvaguardarla, pero los tours por la selva valen un pico, parece que cierto afán lucrativo tienen, y de hecho sólo pueden entrar  los que más plata tienen. No lo tenemos muy claro pero la selva es un negocio jugoso. Por otra parte los Machiguengas también están cambiando sus costumbres, antes sólo permanecían cuatro años en un mismo lugar, eran seminómadas, lógicamente vivían en armonía con la naturaleza, en simbiosis, tomando lo que necesitaban de ella sin esquilmarla, hoy en día aunque algunas comunidades ya no son nómadas y se establecen y cultivan algo la chacra, no tienen el concepto de trabajo, menos aún asalariado. El asunto es complejo y lo que más apreciamos es obscurantismo y mala perspectiva para la selva.
La experiencia de conocer algo todo esto nos ha impactado y nos acordamos mucho de la sonrisa, inocente, especial de los Machiguengas al saludarnos. La selva es un tesoro.
Además de esto nos paseamos por ahí viendo enormes mariposas de colores, pájaros amarillos, verdes, rojos, saltamontes y ranas de colores, arañas, mosquitos que pican a los gringos porque no nos conocen, después de unos dias ya nos reconocían y nos respetaban; vegetación y flores a miles. Cada día mirábamos el río y veíamos partir algun bote, a veces con el lanchero tomadito y decíamos, allá va, a la jungla de verdad, allá donde no llega la trocha, allá donde comienza el mito.
La vuelta fué increible, un bus al que echaban Inka Kola, gaseosa muy útil para engrasar la maquinaria de un autobus, al que se le cayó una pieza cruzando un riachuelo y hubo que ponerle una de las que llevaban oxidadas en un cubo sujeta con alambres, todo para quedarnos sin gasolina de noche, media hora antes de llegar; eso sí, lo pasamos rebién con Carmen de Mairena, una pija peruana racista que mandaba a todos los que se tenian que quedar de pié en el autobus al fondo, porque siempre hay sitio, ibamos el doble de pié que sentados en un viajecito de once horas que debieron ser siete, afortunadamente el chófer muy majo y su tropa, otros dos salaos, eran rápidos deshaciendo entuertos que no previéndolos, lo mismo te cuentan un chiste que te cambian una rueda, y más Inka Kola al carro!!!! Estos momentazos con la gente son los mejores, pero el próximo que sea más tranqui, porfa!!!
Vikempa, ataana

2 comentarios:

  1. Kaixo Bikote!!! uauuuuHHH!!!! ke intenso, ze ongi.... Os sigo la pista aunk hasta ahora no haya dicho na'... me encanta leeros, es como k por unos momentikos me traslado y viajo con vosotras. Eskerrik asko!
    Muxu haundi bat! Anuska.

    ResponderEliminar
  2. Qué envidía, hablar con gente de otra cultura tan diferente. Eso son unas enseñanzas únicas. Y a la vez, que angustia ver lo que le hacen, y lo que le van a hacer a la selva...
    Muxu asko.
    Marisol
    Seguid narrando vuestra vivencias, por favor, como dice Ana, son una especie de escape.

    ResponderEliminar